sábado, 3 de mayo de 2008

REPRESENTANTES PRINCIPALES



  • Miguel de Unamuno y Jugo

Nació en Bilbao en 1864. Estudió Filosofía y Letras en Madrid y fue catedrático de griego en la Universidad de Salamanca donde ejerció muchos años como rector. A causa de su oposición a la Dictadura de Primo de Rivera, fue desterrado a la isla de Fuerteventura. Regresó en 1930 a Salamanca donde murió el 31 de diciembre de 1936.

Unamuno es el escritor más representativo del 98 y todos sus compañeros de Generación admiraron y respetaron su formidable y contradictoria personalidad, la profundidad de su pensamiento y su estilo apasionado.

Toda su obra está llena de preocupación y problemática filosófica; pero sin perder su valor literario. El autor siente una gran angustia ante la muerte y un deseo de vida eterna que permita al hombre seguir existiendo. El problema religioso y la búsqueda angustiada de Dios son un tema constante en su vida y en su obra.

Su estilo no tiene un claro propósito artístico; es seco, robusto y no siempre elegante, pero extraordinariamente exacto e incitante. Le interesa expresar su mundo interior y convencer a los lectores, por ese orden. De ahí que su tono sea apasionado y que sus razonamientos no estén ordenados, sino en un continuo movimiento de vaivén. Su vehemencia hace que utilice cadenas de sinónimos como si con una sola palabra no bastara para expresar todo su complejo y rico mundo interior.

Su producción literaria es muy extensa, utilizando todos los géneros literarios:

  • La novela es el género que utiliza para expresar sus propios problemas personales como la sed de inmortalidad, el sentido trágico de la vida y la lucha entre la razón y la fe. Destacan: La tía Tula, Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir, Niebla.
  • En poesía deja ver su honda preocupación religiosa. El Cristo de Velázquez, Teresa, Cancionero.
  • Ensayos y artículos en los que Unamuno expone sus preocupaciones patrióticas y el futuro del hombre más allá de la muerte. Vida de Don Quijote y Sancho, Del sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristianismo.
  • Cuentos, como los recogidos en el libro El espejo de la muerte.
  • Dramas. Soledad, Raquel, El otro.
Vida de Don Quijote y Sancho (Miguel de Unamuno)
Puedes leer un pequeño fragmento de la introducción de la Vida de Don Quijote y Sancho, un largo ensayo en el que el autor comenta pasajes de la novela tan importante de Cervantes e interpreta a sus dos protagonistas como símbolos del alma española.

EL SEPULCRO DE DON QUIJOTE

Me preguntas, mi buen amigo, si sé la manera de desencadenar un delirio, un vértigo, una locura cualquiera sobre estas pobres muchedumbres ordenadas y tranquilas que nacen, comen, duermen, se reproducen y mueren.

... Esto es una miseria, una completa miseria. A nadie le importa nada de nada. Y cuando alguno trata de agitar aisladamente este o aquel problema, una u otra cuestión, se lo atribuyen o a negocio o a afán de notoriedad y ansia de singularizarse.

No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta al loco creen y dicen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho para todos esos miserables. Si nuestro Señor Don Quijote resucitara y volviese a esta su España, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿Qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hacen no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hace por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!

Fíjate y observa. Ante un acto cualquiera de generosidad, de heroísmo, de locura, a todos estos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿Por qué lo hará? Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto -sea o no la que ellos suponen- se dicen: ¡Bah!, lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen, perdió todo su valor la cosa. Para eso les sirve la lógica, la cochina lógica.

Comprender es perdonar, se ha dicho. Y esos miserables necesitan comprender para perdonar el que se les humille, el que con hechos o palabras se les eche en cara su miseria, sin hablarles de ella.

Han llegado a preguntarse estúpidamente para qué hizo Dios, el mundo, y se han contestado a sí mismos: ¡para su gloria!, y se han quedado tan orondos y satisfechos, como si los muy majaderos supieran qué es eso de la gloria de Dios.

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